El monstruo de la laguna de Tagua Tagua

La laguna de Tagua Tagua existió de verdad. Estaba en lo que hoy es San Vicente, en la Región de O’Higgins. Era enorme, llena de aves, peces y rodeada de totorales. Pero también tenía historia: por ahí pasaron pueblos originarios, luego los incas, y siglos después, los españoles. Incluso Charles Darwin anduvo cerca cuando visitó Chile.

Pero como suele pasar, la ambición le ganó a la naturaleza. En el siglo XIX, un hacendado decidió secar la laguna para ganar más tierras agrícolas, y lo logró: cavaron canales, bajó el nivel del agua y el humedal desapareció. Lo irónico es que, al secarse, el fondo de la laguna reveló fósiles de animales prehistóricos —entre ellos, gonfoterios, parientes de los mamuts— y restos de personas que vivieron allí hace más de 11 mil años. O sea, lo que destruyeron era literalmente un museo natural y arqueológico bajo el agua.

El monstruo de la laguna de Tagua Tagua

Antes de que la laguna fuera drenada, ya era famosa por algo más que sus paisajes. Se decía que en las noches más oscuras, cuando el agua estaba quieta, emergía una criatura digna de una pesadilla: con alas gigantes de murciélago, un cuerpo cubierto de escamas, dos colas (una para atrapar animales, la otra supuestamente del demonio), y una cara humana, pero horrible, con colmillos amarillos de casi 30 centímetros y ojos rojos que te dejaban paralizado.

El bicho, según contaban los lugareños, salía a alimentarse de animales que bajaban a beber agua: vacas, caballos, cerdos. Y si alguien tenía la mala suerte de cruzarse con él… mejor que no lo mirara a los ojos, porque se lo llevaba al fondo y no volvía a aparecer jamás.

¿Parece exagerado? Espérate.

En 1784, la historia llegó a Europa. Un diario francés publicó que el monstruo había sido capturado por cien hombres armados con “bocas de fuego” (fusiles de la época), encadenado y enviado a España. Se decía que pasó por Honduras, La Habana, las Azores, y llegó a Cádiz, donde supuestamente fue mostrado a la familia real. La nota venía acompañada de una ilustración con lujo de detalles, y hasta una dirección en Madrid donde “podías ir a verlo”: Calle de las Carretas Nº 8. Todo muy oficial… pero probablemente inventado.

¿Lo curioso? Esa ilustración existe y fue redescubierta en el año 2000 en una biblioteca de Madrid. Desde ahí, la historia del monstruo volvió a tomar vuelo. Se convirtió en parte del folklore local, inspiró libros, documentales e incluso una serie chilena de terror campesino (Miedo a la chilena), donde una versión más simbólica del mito dice que el monstruo era en realidad un patrón abusador que fue castigado por sus crímenes y transformado en bestia.

Hoy, el monstruo tiene su propia escultura en la plaza de San Vicente de Tagua Tagua, como recordatorio de un pasado lleno de historia, exageración, justicia poética… y talento para contar cuentos.

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